La inoculación del miedo contra la abstención

El 26 de octubre de 2019, eldiario.es publicó una entrevista realizada a Teresa Rodríguez, Secretaria General de Podemos Andalucía, en la que ésta afirmaba algo que fue escogido como titular por el diario: “Tengo mucho miedo a que mi gente decida no ir a votar y que gobiernen las derechas”.

No resulta difícil encontrar este tipo de afirmaciones en los medios de comunicación en España provenientes de miembros de partidos de colores diferentes. Es así como los partidos, por miedo a la abstención y a sus negativas consecuencias para ellos, tratan de inocular el miedo a los españoles, menospreciándonos hasta el punto de considerarnos necesitados de su tutela, para que les votemos. ¡Cuidado, que vendrá el coco y te comerá!

Sin embargo, cuando el miedo se hace dueño de uno mismo la razón queda subordinada a él, y ésta interpreta los hechos con el sesgo que aquél le produce. Y por mucho que los argumentos esgrimidos en pleno estado psicológico de miedo puedan ser lógicamente válidos, a causa de haber partido de premisas falsas dicha argumentación y retórica dejan de estar aferradas a la realidad y, por lo tanto, la lógica se desentiende de lo verdadero.

Antonio García-Trevijano, en Pasiones de Servidumbre, a colación de la pasión de abstenerse, expresaba lo siguiente (pág. 332):

Nadie podrá negar, sin ridiculizarse, la insoslayable evidencia de que todos vivimos en la vida pública bajo la humillante dominación oligárquica de vulgares jefaturas de partido, sin más autoridad personal que la proporcionada por el poder de controlar las listas de diputados que meten en el Parlamento.

Ante dicha evidencia, a no ser que la vista quede nublada por el miedo, no tiene sentido ninguno que sigamos creyendo que un partido estatal es mejor o peor que otro. El problema es más bien anterior: el carácter estatal de todos los partidos del Régimen del 78. No hay ninguno que esté anclado en la sociedad civil y que represente a sus votantes. Todos han aceptado las reglas de la actual Partidocracia. Y las nefastas consecuencias derivadas de dichas reglas de juego no se resuelven participando en el propio juego trucado, adhiriéndose a un partido o a otro. De esta situación se sale deslegitimando a este Régimen y a todos sus partidos, los cuales no son otra cosa que órganos del mismo, y la abstención activa, además de ser un bien moral en sí mismo, tiene ese propósito.